Falta de control de impulsos, irascibilidad, tendencia a generar conflicto, involucrarse en actividades inadecuadas o ilícitas, incluso en ocasiones el consumo y abuso de sustancias son algunos elementos característicos de este perfil. Además de suponer un peligro en potencia, la persona con problemas de este tipo presenta un severo desgaste emocional que, a su vez, es sufrido por su entorno más cercano. Por ello la intervención en este tipo de casos se muestra como una necesidad primordial.

Ser consciente de las claves que provocan tanta frustración y trabajar el control de impulsos serían los primeros pasos para encaminar una evolución óptima y abordar favorablemente casos relativos a  problemas de conducta.